sábado, 22 de noviembre de 2008




SUEÑOS
Sabes peke, después de doce horas aproximadamente de estar durmiendo, me levanté con los ojos girando en el centro de un cuarto negro en donde todo duerme con ese dormir final y desamparado, un sueño obtuso de objetos entregados a su pesadez inanimada, sin calor de mano que lo acaricie. Mis ojos palpan el ropero, la silla, la mesa, son objetos que me deben parte de la vida, pero que mirándome apenas, se niegan a reconocerlo y no desean compartir conmigo estos minutos; me quedo entonces quieto en medio de una gran explanada que arroja sombras recordándome que no soy inmortal. Hoy es otro día, estoy vivo, pero no estoy aquí donde señalo, nunca me he movido de este instante. Estoy en la plaza donde se tienden capas ilusorias de toreros enlutados que envisten a los toros, y cuando están a punto de matarlos, siempre hay alguien que llega al quite.
Los toros embisten nuevamente bajo la rechifla de unos labios inmensos que ocupan todos los tendidos; nunca se acaba de matar a los toros y nunca acabo de ser arrastrado por las mulas de hocico triste que dan vueltas y vueltas al ruedo bajo el viento frío de esos silbidos que decapitan la tarde. Me incorporo, apenas son las diez de la mañana.

No hay comentarios: